
¡Él ha resucitado! ¡Aleluya!
Un dulce capricho para tu reunión de Pascua
Un dulce capricho para tu reunión de Pascua
Como dice el obispo Barron: “La Resurrección de Jesús de entre los muertos es el Evangelio, el euangelion, la Buena Nueva. Todo lo demás son comentarios”. San Pablo afirma la misma verdad en la Primera Carta a los Corintios: “¡Si no hay resurrección, Cristo no resucitó! Y si Cristo no resucitó, es vana nuestra predicación y vana también la fe de ustedes” (15,13-14).
Qué apropiado es que celebremos la resurrección de Cristo en primavera, la estación de los nuevos comienzos. Nosotros, que creemos que Jesús ha resucitado y es el Señor, participamos de esta resurrección a una nueva vida. Cuando entramos en la Iglesia el Domingo de Pascua, somos recibidos con signos de nueva vida: Lirios de Pascua y el sonido de los Aleluyas.
Nuestras iglesias han dado la bienvenida a nuevos miembros en la Vigilia Pascual, un recordatorio de que somos una comunidad de creyentes. En cada uno de los nuevos bautizados encontramos a un nuevo cristiano: ¡un milagro de la gracia redentora de Dios! Él está presente en cada uno de ellos, como también está presente en la familia y los seres queridos con los que nos reunimos para la cena de Pascua. Del mismo modo que los primeros testigos de la Resurrección recibieron el encargo de difundir el Evangelio, nosotros estamos llamados a ser testigos de la presencia y obra de Dios en nuestras vidas, siendo Cristo para los demás. Demos gracias y alabemos a Dios por el don de la vida eterna y vivamos cada día para ser dignos de tal don.
Con alegría pascual, nos hacemos eco de las palabras de Juan el Bautista: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29).